Capítulo 28- Un secreto.
Estaba en la morgue haciendo algunos análisis, Alice me
ayudaba, cuando en ese momento el detective Cassells entró al laboratorio.
-Doctora Lyla, ¿terminó los análisis?- preguntó.
-Aún no- respondí.
El detective volteó a verme pero su mirada se fijó en Alice,
Alice lo volteó a ver y ambos se sonrieron.
-En cuanto los termine Alice se los llevará- dije.
-Muy bien- sonrió.
El detective se fue y Alice lo siguió con la mirada, yo
voltee a verla y la miré fijamente.
-¿Qué pasa, Alice?- le pregunté.
-Nada, nada- volteó rápidamente.
Terminamos los estudios y se los di a Alice para que se los
llevara al detective Cassells.
Alice fue a la oficina del detective. Entró y se acercó a su
escritorio, el detective estaba hablando por teléfono.
-Aquí están los análisis- dijo Alice.
El detective volteó.
-Gracias- dijo.
Alice se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta,
en ese momento el detective colgó el teléfono y volteó a ver a Alice.
-Espera, ven- dijo.
Alice se detuvo, se dio la vuelta y regresó al escritorio
del detective.
-¿Qué pasa?- preguntó.
El detective se levantó de su silla y caminó hacia Alice.
-¿Cómo estás?- le preguntó.
-Bien, gracias- respondió Alice- ¿y usted?
-Bien- la miró dulcemente- ¿qué tal la carrera?
-Bien, muy bien- respondió Alice- tengo que regresar a la
morgue.
-No, no te vayas, hace mucho tiempo que no platicamos- dijo
el detective.
-No es mi culpa- dijo Alice.
El detective se acercó más a Alice.
-Lo sé, por eso quiero disculparme- pasó su mano derecha por
su mejilla.
-Y ¿cómo lo harás?- preguntó Alice.
-Te invitaré a cenar- respondió el detective.
Salí del laboratorio y no vi a Alice, así que fui hacia la
oficina del detective. Cuando llegué los vi tan juntos como si se fueran a dar
un beso; al sentir mi presencia Alice se volteó rápidamente.
-Doctora Grey, lo siento, ya iba para allá- dijo, alterada.
-No te preocupes, ya estoy aquí- lo miré a ambos- ¿qué
ocurre aquí?
-Nada, nada- respondió Alice, nerviosa.
El detective volteó a verme con una sonrisa.
-Conozco a la señorita Gallagher desde la secundaria, pero,
nos dejamos de ver desde que entramos a la universidad- dijo.
Los miré confundida.
-Somos amigos- dijo Alice.
-Ah- dije- que bien- sonreí.
Los dos se separaron.
-Gracias Alice, espero tu respuesta- dijo el detective.
-Acepto- dijo Alice.
El detective la vio asombrado y sonrió.
-Excelente, ¿Cuándo sería?
-Le avisaré-dijo Alice.
Alice caminó hacia la puerta y nos fuimos.
Después de algunas horas William llegó a la morgue con un
cuerpo.
-Lyla, te traigo un regalo de los que te gustan- dijo.
-¿Qué hay?- pregunté.
-Un hombre, lo encontraron en una calle, era un pandillero-
respondió.
-Lo revisaré.
Mientras analizaba el cuerpo William platicaba conmigo,
entonces decidí contarle del secreto de Alice y el detective.
-¿Sabías que Alice y el detective Cassells son amigos?- le
pregunté.
-¿Qué? ¿Amigos? ¿Cómo puede ser verdad?
-Lo es, ellos mismos me lo dijeron.
-Alice es muy agradable y el jefe no, ¿cómo podrían ser
amigos?
Ambos nos reímos.
Terminé de examinar el cuerpo.
-Listo, parece que a nuestro amigo se le paso la dosis-
dije.
-¿No fue asesinado?- preguntó William.
-No, no presenta golpes, ni heridas, el solo tomó las drogas
y eso lo mató- respondí.
-Bueno, al menos no hay un asesino de pandilleros suelto por
ahí.
Alice entró al laboratorio.
-Alice, que bueno que te veo- dijo William- ¿es cierto que
el detective Cassells y tú son amigos?
Alice se rio.
-Sí, es cierto, ¿por qué?
-Una amistad muy rara- dijo William.
Alice sonrió.
Mientras Alice y William platicaban yo revisé de que clase
eran las drogas que estaban dentro del cuerpo; al terminar me llevé una gran
sorpresa.
-William-dije.
-¿Qué paso?- preguntó.
-Al parecer si asesinaron al pandillero- respondí.
-¿Qué? ¿Cómo?- se acercó.
-Las drogas que tomó son muy difíciles de conseguir además
de que son muy caras, un pandillero no podría comprarlas- dije.
-Entonces vamos a investigar- dijo William.
Salimos de la morgue y fuimos al callejón donde habían
encontrado el cuerpo, ahí habían varios pandilleros de todas las edades
haciendo cosas distintas, nos acercamos a ellos.
-Hola, soy William, hace un rato recogimos un cuerpo- dijo
William.
Uno de los pandilleros volteó a vernos.
-Ah sí, los que se llevaron el cadáver de Daniel, ¿qué
ocurre?- preguntó.
-Resulta que a tu amigo lo mataron- respondió William.
-No puede ser- dijo- pero ese es el riesgo que corremos
todos.
-¿Por qué?- preguntó William.
-Bueno, todos corremos muchos riesgos, pero los pandilleros
que son como Daniel corren aún más, él era comerciante, vendía la droga-
respondió.
-A tu amigo lo mataron 3 distintas drogas- dije- pero no son
drogas comunes, son drogas de otros países y muy caras.
-Daniel tenía mucho dinero, aunque vivía en la calle, pero
el solo tenía tratos con los que vendían aquí, nunca trató con extranjeros-
dijo el joven.
-¿A qué tipo de gente le vendía Daniel?- preguntó William.
-A todo tipo: universitarios, prostitutas, adinerados-
William lo interrumpió.
-¿Adinerados?- preguntó- ¿qué tipo de adinerados?
-Niños, de 14 o 15 años, van a la secundaria, a la que está
aquí a la vuelta- respondió- pero siempre tenía un cliente al que siempre le
vendía.
-¿Quién?- preguntó William.
-No sé su nombre, pero también va a la secundaria, nunca
quiso comprar con otros solo con Daniel- respondió.
-Bueno, muchas gracias- sonrió William.
Caminamos hacia el auto.
-¿Y ahora qué?- pregunté.
-Esperaremos- miró el reloj- ya casi salen los chicos de la
secundaria, veamos si vienen a comprar algo- respondió.
Nos metimos al auto y esperamos, mientras William comenzó a
platicar.
-Es increíble que Alice y el nuevo jefe sean amigos- dijo-
lo creería si el nuevo jefe fuera tu amigo- rio.
Voltee a verlo seria.
-¿A qué te refieres con eso? ¿Soy como él?
-Igual de cruel y antisocial- volteó a verme- pero tú eres
más- fijo sus ojos en los míos y sonrió.
Dos niños se acercaban al callejón, eran de la secundaria.
-William, dos niños van hacia el callejón- dije.
William volteó rápido.
-Cierto- sonrió.
Nos bajamos del auto y caminamos hacia ellos.
-Hola- dijo William.
Los niños voltearon y al vernos se asustaron.
-Nosotros no hicimos nada malo- dijo uno.
-Solo la compramos, no tenemos nada que ver- dijo el otro.
-Tranquilos, no estamos aquí por eso- dijo William- venimos
solo a hablar con ustedes.
-¿De qué?- preguntó uno.
-De él- William sacó una fotografía y se las mostró- ¿lo
conocen?
-Solo de vista, no comprábamos con él- respondió el otro.
-¿Conocen a alguien que comprara con él?- preguntó William.
-Son muchos- dijeron.
-¿Alguno que siempre comprara con él?- insistió William.
Los dos se quedaron callados.
-¿Qué pasa? Díganos- dijo William.
Uno de ellos volteó a ver al otro y después nos volteó a
ver.
-Conozco a alguien- dijo.
El otro volteó a verlo.
-¿Quién? ¿Cómo se llama?- le preguntó William.
-Christian- respondió.
-¿Dónde podemos encontrarlo?- preguntó William.
-No hable con él o sabrá que le dije- dijo.
-Solo hablaremos tranquilamente, es necesario- dijo William-
este pandillero está muerto.
Los dos se asombraron y se pusieron pálidos.
-Es el hijo del embajador de Colombia- dijo al fin el otro.
William volteó a verme.
-¿Del embajador de Colombia? Bueno, muchas gracias chicos.
Fuimos hacia el auto y nos subimos.
-¿Hacia la embajada de Colombia?- pregunté.
-Así es.
Fuimos directo a la embajada.
-Es fácil que adquiriera esas drogas- dijo William- los
colombianos tienen esa fama y más si su padre es el embajador.
-No tengo duda de eso, pero, ¿por qué lo haría?- dije.
-Algún berrinche, así son los niños ricos- sonrió William.
-Vaya, por fin me entiendes- le sonreí.
Llegamos a la embajada, pasamos a la recepción a
registrarnos.
-Hola, soy el detective William Nicholls y ella es la
doctora Lyla Grey mi compañera- dijo William.
-¿A qué asunto vienen?- preguntó la recepcionista.
-Queremos hablar con el embajador, si no es mucha molestia-
respondió William.
-Necesita una cita para hablar con él.
-Bueno, soy un oficial de la policía de Londres y estoy
investigando un caso, realmente es urgente hablar con él- William volteó a ver
a la mujer- oh, que hermoso collar, de seguro su novio se lo regaló.
-Gracias- sonrió- y sí, él me lo regalo, pero nos separamos.
-Estoy seguro que él la extraña, ¿quién no extrañaría a una
mujer como usted?- sonrió.
La mujer miró a William con una sonrisa dibujada en el
rostro.
-Muchas gracias- tomó dos pases- los dejaré pasar, para
cooperar con la justicia.
-Muchas gracias señorita, espero volver a verla- dijo
William.
Caminamos hacia el elevador y subimos al piso donde
encontraríamos al embajador.
-¿Qué fue eso?- le pregunté.
-Oh, ¿celosa?- sonrió.
-No, solo que, ¿siempre utilizas ese tipo de situaciones
para sacarles provecho?
-Casi, cuando ya no me queda de otra- sonrió.
Fuimos hacia la oficina del embajador, su secretaria nos
pidió los pases y entró a la oficina, después de unos segundos salió.
-Pasen- dijo.
Entramos a la oficina.
-Buenas tardes, siéntense- dijo el embajador.
-Buenas tardes, soy el detective William Nicholls del
departamento de policía de Londres y ella es la doctora- interrumpió a William.
-Lyla Grey, médico forense del departamento de policía de
Londres, usted es famosa- volteó a verme.
-Así es- dijo William- bueno, estamos aquí porque queremos
hablar de su hijo.
El embajador de inmediato volteó a ver a William.
-¿Le pasó algo? ¿Está bien?- preguntó angustiado.
-Sí- respondió William- queremos hablar de su
comportamiento.
-¿Qué tiene?
-¿Usted sabía que él compra drogas?
El embajador se sorprendió.
-No lo sabía- dijo.
-Bueno, hay un callejón de pandilleros cerca de su escuela,
ahí la compra- dijo William.
-No puede ser, ¿cómo es posible?- golpeó la mesa- mi propio
hijo.
-El caso es que hoy encontraron un cadáver en ese callejón,
era de un pandillero, el que le vendía la droga a su hijo, lo asesinaron- dijo
William.
-¿Y cómo? ¿Cómo están seguros?
-Le suministraron 3 tipos de droga, las 3 son muy caras y no
se consiguen aquí, deben de pedirlas a otros países- respondí- el pandillero no
tenía tratos con extranjeros, nos consta.
-¿Y qué quieren entonces? ¿Culpan a mi hijo?
-Bueno, ahorita es el único sospechoso, nos gustaría hablar
con él- dijo William.
-Bien, lo mandaré llamar- dijo el embajador.
Pasó un rato y Christian llegó a la oficina de su padre.
-Hijo, ellos son el detective William Nicholls y la doctora
Lyla Grey, quieren hacerte unas preguntas- dijo el embajador.
-¿Qué tipo de preguntas?- preguntó Christian.
-Mataron a un pandillero y quieren preguntarte si sabes
algo.
Christian se puso nervioso.
-Está bien- dijo.
Nos fuimos al edificio de la policía, ahí William interrogó
a Christian, el embajador se quedó viendo por el vidrio junto conmigo.
-Muy bien, Christian, ¿comprabas drogas en el callejón de
los pandilleros que está cerca de tu escuela?- le preguntó.
-Sí- respondió.
-Bien, ¿qué tipo de drogas comprabas?
-Marihuana- respondió.
-¿Solo marihuana?
-Sí.
-Bien, ¿conoces a este joven?- le mostró la fotografía de
Daniel.
La observó y el rostro se le puso pálido.
-Sí, se llama Daniel- respondió.
-¿Sabías que está muerto?
-No.
-Bueno, ahora lo sabes, ¿Cuándo fue la última vez que lo
viste?
-Ayer.
-¿Ayer? ¿Le compraste?
-No, digo, sí.
-¿No o sí? Responde con la verdad.
Christian se quedó en silencio por unos minutos.
-¿Creen que yo lo maté?- preguntó.
-No sabemos, tú dinos- respondió William.
-Ayer fui a verlo, me dio la marihuana pero aparte le había
pedido otra cosa que no me llevó, dijo que no lo encontró y que se tardaría en
conseguirlo- dijo Christian.
-¿Qué cosa?
-No importa, estábamos solos, me enojé tanto; después le
pregunté que qué tan buena era la droga que había traído de Colombia, me dijo
que era mortal, que esa no era para consumir, sino para matar, estaba tan enojado
por su falla que la saqué y se la di y se quedó ahí tirado, me fui corriendo y
no supe más.
William lo miró fijamente, su padre estaba confundido;
William salió de la sala.
-Lo siento señor pero tendremos que encarcelar a su hijo-
dijo.
-Está bien, para mi él está muerto- se fue.
Llegó la noche después de un día de trabajo, Alice seguía en
el laboratorio, yo estaba en el otro laboratorio y vi por una ventana que el
detective Cassells entró a hablar con ella.
-¿Ya tienes la respuesta?- le preguntó.
-¿Es tan urgente querer saberla?- preguntó Alice.
El detective sonrió.
-Para mí sí, muy urgente- se acercó a ella.
William entró a mi laboratorio y se paró junto a mí a
observarlos.
-¿El viernes?- preguntó Alice.
-Me parece perfecto- sonrió- nos vemos mañana- se fue.
Cuando el detective se había ido Alice dio un brinco,
después volteo hacia la ventana donde estábamos William y yo y nos vio apenada.
-Doctora, detective, no pensé que siguieran aquí- dijo.
-Felicidades, tienes una cita el viernes con don extraño- dijo
William.
Alice sonrió.
-La primer pareja feliz de por aquí- dije en voz baja- y la
única.
William volteó a verme.
-Yo creo que es la segunda- sonrió.