viernes, 19 de abril de 2013

Un caso de amor.


Capítulo 30- América.
-Este lugar es de mis favoritos- dijo el detective Cassells.
-La comida es muy buena- dijo Alice.
Era la segunda cita romántica entre en el detective y Alice, al parecer la primera no había resulta muy bien, así que volvieron a repetirla. El detective ya había pagado la cuenta y se le ocurrió llevar a Alice a su departamento.
-¿Nos vamos?- le preguntó a Alice.
-Sí, claro- respondió ella.
Salieron del restaurante y su auto ya estaba esperándolos afuera, ambos se subieron.
-¿Puedes llevarme a mi casa?- preguntó Alice.
-Sí, claro- dijo el detective con una sonrisa traviesa, pues no pensaba llevarla a su casa.
El auto arrancó y recorrieron el camino hacia la casa del detective, Alice notó que no la levaría a su casa.
-La vuelta era a la derecha- dijo.
-Ah, lo siento, ahorita regresaré- dijo el detective.
Se desviaron y llegaron al edificio donde el detective vivía.
-Bien, no me llevaste a mi casa, sino que me trajiste a un edificio que no conozco- dijo Alice.
-Ahora vivo aquí- dijo el detective.
Abrió la puerta de su departamento y entró.
-Vamos, pasa- dijo el detective.
Alice entró, el departamento era amplio y lujoso: a su derecha había unas escaleras que conducían a la parte de arriba donde estaban las habitaciones; enfrente de ella vio la sala, un largo sillón y otros dos más pequeños, en medio una mesa de patas cortas. A su izquierda vio una larga y grande ventana que iba de pared a pared, por ahí se veía el cielo obscuro y las estrellas brillantes. El detective puso música.
-Has cambiado- dijo Alice.
-Bueno, la gente de nuestra edad vive sola- dijo el detective.
-No me refiero a eso, sino que ahora eres muy ordenado.
-Más bien que no tengo tiempo de desacomodar las cosas- rio.
-Pero también la gente de nuestra edad vive con su esposo o esposa, y en algunos casos con sus hijos- Alice soltó una pequeña risa.
El detective se acercó a ella y la tomó de las manos.
-Sabes, te extrañe- dijo.
-No podría saberlo- dijo Alice- no leo tus pensamientos.
El detective se acercó más a ella y la abrazó de la cintura.
-Te extrañe mucho- dijo.
Alice lo miró fijamente a los ojos.
-Pero tú tampoco lees mis pensamientos- dijo Alice- también te extrañe.
Ambos se acercaron y estaban a punto de besarse cuando el celular del detective sonó.
-Disculpa, debo atender- dijo el detective.
-No hay problema- dijo Alice.
El detective caminó hacia la cocina.
-Siéntate, por favor- dijo.
Entró a la cocina.
-¿Hola?- contestó.
-Detective Cassells.
-¿Detective Samuels? Que gusto me da oírlo, ¿cómo le va?
-Bien, aunque no del todo.
-¿Qué sucede?
-Detective le voy a dar una orden, me acaban de llamar del gobierno británico, me piden ayuda para investigar una serie de asesinatos.
-¿Asesinatos? Pero no han ocurrido asesinatos aquí, ya lo sabríamos.
-No se trata de Inglaterra, se trata de Estados Unidos, en la semana mataron a 2 diputados en Los Ángeles, a un senador en Miami y hoy al presidente.
El detective se sorprendió.
-¿Por qué le piden ayuda a usted?
-El gobierno de Estados Unidos le llamó al gobierno británico y pide que nuestros detectives del servicio especial  resuelvan el caso, y no solo eso, también quieren que el único médico forense que revise los cuerpos sea la doctora Grey.
-Pero, la doctora esta incapacitada, acaba de salir del hospital.
-Estos casos nos vinculan, necesito que el detective Nicholls, la doctora Grey y usted viajen de inmediato a Washington.
-¿Nos vinculan? ¿En qué?
-Dicen que en los cuerpos dejaron una rosa, por eso nos contactaron.
-La familia Millefiore.
-Así es, por favor viajen lo antes posible a Washington y manténgalo en secreto, aún no dan el aviso de la muerte del presidente.
-Seré discreto, no se preocupe.
-Gracias detective, luego lo llamo.
-Hasta luego- colgó.
El detective caminó hacia la sala, Alice estaba sentada en uno de los sillones pequeños.
-¿Qué pasa?- preguntó Alice.
-Tengo que llamarle al detective Nicholls, espera solo un momento- respondió.
Llamó a William a su celular.
-¿Hola?- contestó William.
-Detective Nicholls, necesito que la doctora Grey y usted vengan de inmediato a mi departamento.
-La doctora Grey aún esta incapacitada, ¿para qué nos necesita?
-Hagan sus maletas y vengan de inmediato, aquí les explico, le mandaré mi dirección por mensaje, por favor no tarden- colgó.
William se quedó sorprendido, dejo su celular en su cama y fue hacia mi habitación, yo estaba recostada leyendo un libro que Christine me había llevado al hospital.
-Lyla, empaca tus cosas, parece que tenemos trabajo fuera de la ciudad- dijo William.
-¿Qué? Estoy incapacitada, acabo de salir del hospital- dije.
William sacó su celular, le había llegado un mensaje y lo leyó en silencio.
-Aún tengo enyesado el brazo- dije.
-También trae tu pasaporte y tu visa- dijo William.
-¿Qué?- pregunté molesta- eso quiere decir que saldremos del país.
-No lo sé, solo has tu maleta y vístete, el jefe nos espera en su casa- William se fue a su habitación.
Me levanté de la cama y saqué un pantalón y una sudadera, me los puse y saqué una maleta.
-¿A dónde iremos?- pregunté con voz alta.
-No lo sé- respondió William.
Saqué todo tipo de ropa y la guardé, a como pude, en la maleta; tomé el libro y lo abracé con mi brazo izquierdo y jale la maleta con el brazo derecho, recordé que no había tomado mi pasaporte ni mi visa así que regresé al escritorio, abrí el cajón de hasta arriba y los saqué. Salí de mi habitación y William ya estaba listo.
-Perdón, había olvidado que no puedes con todo- rio.
-¿Por qué me sacan de mi incapacidad para resolver casos ajenos a nuestro país?- pregunté aún molesta.
-No son ajenos a nuestro país, estoy seguro que nada más es afuera de la ciudad.
-¿Y el pasaporte y la visa?
William suspiró.
-No lo sé Lyla, apúrate.
Subimos las maletas al auto, nos subimos nosotros y fuimos hacia la dirección que le había mandado el detective a William. Cuando llegamos no bajamos las maletas del auto, fuimos a tocar la puerta de su departamento.
-Detective Nicholls, doctora Grey pasen- dijo el detective.
Entramos a su departamento y vimos a Alice sentada en un sillón.
-¿Estaba a mitad de una cita?- preguntó William.
-Sí, pero esto es urgente- respondió el detective.
-¿Qué es más urgente que mi descanso?- pregunté agitada.
Alice sonrió.
-O que una cita con una bella chica, como Alice- dijo William.
-Me llamó el detective Samuels- dijo el detective.
Ambos lo volteamos a ver de inmediato.
-Me dijo que necesita nuestra ayuda, el gobierno de Estados Unidos los contacto para que resolviéramos una serie de asesinatos- dijo el detective.
-¿Y? Para eso tienen su propia policía- dije.
-Asesinaron a 2 diputados, un senador y al presidente de los Estados Unidos- dijo el detective.
William y Alice abrieron los ojos y la boca, yo solo miré fijamente al detective.
-Y no es la única sorpresa, en sus cuerpos dejaron una rosa- volteó a verme- la rosa de la familia Millefiore.
William y Alice voltearon a verme, sentí que un escalofrío me recorría el cuerpo, bajé la cabeza y no dije nada.
-Todo está listo, vámonos ya al aeropuerto- dijo el detective.
Salimos todos del departamento del detective.
-Alice estaré en contacto contigo para que me ayudes con los análisis y algunas cosas- dije.
-Está bien doctora, estaré atenta- dijo Alice.
Nos fuimos directo al aeropuerto, William intentó decirme algo pero no lograba hacerlo, lo vi inquieto así que tomé su mano, volteó a verme y le sonreí.
Llegamos al aeropuerto, el avión estaba listo para despegar, lo abordamos con cuidado y despegó. El vuelo fue largo y más por el cambio de zona horaria; cuando llegamos era de día, el clima era agradable, soleado pero no caluroso, ni tampoco muy frío. Un auto nos esperaba afuera del aeropuerto de Washington, nos llevaría a la casa blanca.
Cuando llegamos nos guiaron hacia la oficina del presidente, abrieron la puerta y entramos. Había dos hombres dentro y una mujer.
-Buenos días, soy el detective Greg Cassells del servicio especial de Inglaterra- dijo el detective.
-Buenos días- dijo uno de los hombres- mi nombre es Andrew Fletcher y soy el jefe del FBI, él es Peter Scott agente especial y la vicepresidenta Diane Wall.
-Le pedimos al gobierno británico que enviara al detective Samuels- dijo la vicepresidenta.
-Lo sé, pero el detective está de enviado especial en Venecia- dijo el detective- pero yo soy su suplente, él es el detective William Nicholls y ella es- la vicepresidenta lo interrumpió.
-La doctora Lyla Grey- dijo.
-Así es, veo que es muy conocida- dijo el detective.
-No, pero es la única mujer- dijo la vicepresidenta.
El detective sonrió.
-Bien, ¿qué podemos hacer?- preguntó.
-El cuerpo del presidente está en la morgue del FBI, lo trasladamos con mucha discreción, el país aún no lo sabe- dijo el jefe.
-Me gustaría revisarlo- dije.
-Por supuesto- dijo la vicepresidenta- no hemos dejado que ningún otro médico forense lo revise, tampoco a los diputados ni al senador.
-Entonces, ¿por dónde empezamos?- preguntó William.
-Primero la doctora revisará los cuerpos y luego ustedes comenzarán a investigar- respondió la vicepresidenta- necesito que sea rápido, tengo que darle la noticia al país.
-Los llevaremos a la morgue- dijo el jefe.
Salimos de la oficina y caminamos hacia la salida, el ejército estaba llegando.
-Revisarán la casa blanca- dijo el jefe- no queremos otra sorpresa.
-Entiendo- dijo el detective.
Nos subimos a una camioneta grande y negra, íbamos hacia la morgue.

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