sábado, 27 de abril de 2013

Un caso de amor.


Capítulo 31- El informe presidencial (parte I)
Al llegar a la morgue fuimos a ver los cuerpos, nos dejaron a solas para hacer nuestro trabajo, bueno más bien mi trabajo.
-Les dispararon con una pistola a corta distancia- dije.
-Muy distinto de cuando mataron a los funcionarios ingleses- dijo William.
Analicé los cuerpos y la causa de la muerte había sido el disparo en la frente, murieron al instante. Después de un par de horas el jefe del FBI regresó.
-Y bien, ¿qué me puede decir doctora?- preguntó.                                                               
-Murieron por el disparo en la frente- respondí- la familia Millefiore no lo hizo.
-Encontraron una rosa en cada cuerpo, yo creo que sí lo hicieron- dijo el jefe.
-Cuando mataron a los funcionarios ingleses les dispararon una especie de aguja que contenía un veneno que los mataría en minutos, ellos murieron al instante- dije.
-¿Y qué me dice de las rosas?- preguntó.
-Tendría que analizarlas y así podría decirle si son de la familia Millefiore o si son de un imitador- respondí.
-Me temo que eso no será posible- sonrió.
Me quité la bata a cómo pude y guarde mis cosas.
-Entonces no tenemos nada que hacer aquí- dije.
El jefe nos miró fijamente.
-Si me trae las rosas sabremos quién lo hizo- dijo el detective.
El jefe bajó la cabeza y suspiró profundamente.
-Está bien, las traeré- dijo.
Salió del laboratorio y fue por las rosas, tardo solo unos minutos.
-Aquí están- las dejó sobre la mesa.
-Bien, tengo que mandar las muestras a mi ayudante a Londres, no será rápido- dije.
-No importa, haga lo que tenga que hacer- dijo el jefe.
Tomé las muestras que le enviaría a Alice, mientras el jefe y el detective conversaron.
-La vicepresidenta dará el informe mañana en la mañana por televisión- dijo el jefe.
-Aquí está el informe escrito- el detective le dio un folder- la causa de la muerte.
-Perfecto, muchas gracias- dijo.
El jefe se fue y nosotros nos quedamos en el laboratorio, tardaron en llegar por las muestras y teníamos que esperar.
Ya era de noche, nos habían reservado una suite en un hotel, así que fuimos a descansar y a comer algo.
-La forma en cómo enfrentaste al jefe del FBI fue extraordinaria, aunque podría dejarnos sin trabajo- dijo William.
-El gobierno estadounidense no puede interferir en la policía de Inglaterra- dijo el detective- así que no hay nada que temer- sonrió.
William y el detective conversaban tranquilamente, parecían amigos de la infancia y si no los conociera pensaría eso.
-Jefe, ¿usted cree que fue la familia Millefiore?- preguntó William.
-No lo sé- respondió el detective- pero de lo que estoy seguro es que si tiene algo que ver.
-¿Algo que ver?- pregunté, exaltada.
El detective volteó a verme y sonrió.
-Pero no siempre estoy en lo correcto- continuo comiendo.
William me miró fijamente, su semblante parecía de preocupación, y entonces suspiró.
-Cuidare de Lyla- dijo- así tenga que dar mi vida.
El detective volteó a verlo.
-No eres el primer detective que dice eso- dijo.
-Lo sé- bajo la cabeza.
Terminamos de comer, la luna se ocultaba entre las nubes negras y no dejaba reflejar su hermosa luz; el celular del detective sonó.
-¿Hola?- contestó.
-¡Greg! Pensé que ya estarías dormido.
-¿Entonces por qué llamaste?- sonrió.
-Bueno, quería hablar contigo, pensé que, a lo mejor, no estarías dormido y bueno- suspiró.
-Tranquila, ¿de qué quieres hablar? ¿te llegaron las muestras?
-Sí, sí me llegaron, pero no es de eso de lo que quiero hablar, bueno, más bien, solo quería saber que estuvieras bien.
-Estoy bien, gracias por preocuparte.
-Que bien, entonces será mejor que descanses, luego te llamo.
-Está bien- se levantó y camino hacia su habitación.
William sonrió.
-Seguro era Alice- dijo- ella es el único ser viviente que lo hace sonreír así.
Voltee a verlo, él miraba hacia el suelo y tenía una leve sonrisa dibujada en su rostro.
-Y aunque yo soy más alegre que él- suspiró y no aparto sus ojos del suelo- también existe una sola persona que me hace sonreír- volteó a verme.
Lo miré suavemente, sus ojos brillaban y su sonrisa ahora era grande; se levantó y se sentó junto a mí.
-Solo existe una persona por la cual daría mi vida- me miró fijamente a los ojos.
En ese momento, William estaba muy cerca de mí, sentí como la sangre me hervía al sentir esa dulce y atrevida mirada, me quede inmóvil y mi corazón comenzó a latir rápidamente. William acarició con su mano derecha mi mejilla y así recorrió mi cuello hasta llegar a mi hombro, entonces con su otra mano me tomó mi otro hombro y con suavidad me acercó a él; yo no me movía, tampoco hice ninguna expresión, solo deje que me llevara hacia él y así quedaron nuestros rostros tan cerca el uno del otro que podíamos sentir nuestra respiración. Cerré los ojos y olvidándome de todo pensamiento me acerqué y lo besé. El beso fue al principio dulce y tierno, pero después subió de intensidad.
-Lo siento- dije y rápidamente me separé de él.
-No importa- dijo.
Me levanté y camine unos cuantos pasos y me lleve las manos a la cara, sentía vergüenza, no podía ver en ese momento a William a los ojos.
-No sé qué fue lo que hice- dije- por favor perdóname.
William se levantó y caminó hacia mí, me tomó de los hombros y me volteó y quedé frente a él.
-Yo sí sé qué fue lo que hiciste- dijo- te dejaste llevar por tus sentimientos y eso no es malo.
-Exacto, me deje llevar, fue todo- sonreí nerviosa pero no lo miraba a los ojos.
-No, no fue todo- se acercó a mí- porque ahora yo soy el que se dejará llevar.
Me besó.

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