miércoles, 17 de abril de 2013

Un caso de amor.


Capítulo 27- La mujer de rojo.
Una joven llegó al edificio de la policía, quería poner una demanda; la pasaron con el detective Cassells que la interrogó.
-¿Qué sucedió?- preguntó el detective.
-Mis padres se preparaban para salir, saldrían con una vecina a un bar, entonces tocaron la puerta, yo fui a abrir pensando que sería nuestra vecina pero no; eran 4 hombres, uno de ellos me tomó del cuello y los otros subieron por las escaleras; cuando nosotros subimos terminaba de atar a mi madre, estaban tirados en el piso y con las bocas tapadas; dos de ellos buscaban algo por toda la casa y mientras uno violó a mi mamá. El que me sostenía del cuello me tiró al piso y- se detuvo, unas lágrimas salieron de sus ojos y bajó la cabeza.
-¿Te tiró al piso y luego qué hizo?- preguntó el detective.
La joven se quedó callada por varios minutos hasta que volvió a hablar.
-Mataron a mis padres, se llevaron algo pero no pude ver qué era, solo era una cosa- dijo.
El detective la miró, la joven continuaba con la cabeza agachada y su cuerpo estaba temblando; tenía puesta una falda por debajo de la rodilla estampada con flores rosas y un fondo blanco y una sudadera roja; la falda estaba manchada de sangre. El detective la miró de pies a cabeza, se levantó de su silla y se acercó a la joven, entonces ella se estremeció y antes de que el detective llegara a ella se levantó de un salto y se alejó y comenzó a gritar.
Oí los gritos, iba hacia la oficina de William pero al oír eso fui rápidamente a la oficina del jefe y vi a la joven recargada en la pared llorando.
-¿Qué pasa?- pregunté.
El detective se acercó a mí.
-Vino a poner una denuncia, mataron a sus padres y le hicieron algo a ella que no quiere decir- dijo.
La miré y camine hacia ella despacio, cuando estaba junto a ella le toque el hombro, rápidamente volteó y al verme se tranquilizó y me abrazó, yo también lo hice.
Había logrado que se tranquilizara, William llegó con unos papeles y se los dio al jefe, después volteo hacia la pequeña sala que tenía el jefe en su oficina y me vio ahí sentada junto a la joven.
-¿Qué pasa?- preguntó William.
-Justamente lo iba a llamar, esa joven dice que mataron a sus padres, hizo una declaración- le dio una hoja a William- ahí está la dirección de su casa, ve, a ver que encuentras.
-Sí jefe- dijo William y se fue.
Pasó un largo rato y la joven comenzó a hablarme.
-Esta falda me gusta mucho y ahora tendré que tirarla- dijo mientras veía su falda.
-¿Y por qué la vas a tirar?- pregunté.
-Porque está sucia, muy sucia- su rostro mostró nostalgia.
Pasaron algunas horas, la joven se había quedado dormida, ya era de noche y William había llegado.
-Fue difícil llegar- dijo.
-¿Qué encontraste?- preguntó el detective.
-Una carnicería, toda la parte de arriba está llena de sangre, la puerta de la entrada estaba cerrada pero sin seguro, por eso pude abrir- respondió William.
Me levanté y fui hacia ellos.
-Dos cuerpos- sacó las fotos- apuñalados, cortados, descuartizados; quien lo hizo realmente odiaba a esas personas.
Miré las fotografías, era exactamente como lo había descrito William, una carnicería.
-¿Trajeron los restos?- pregunté.
-Sí, llegamos antes de que Alice se fuera, los guardó y se fue- respondió William.
-Bueno, ahora sabemos que lo que dijo la chica es verdad, ¿qué averiguó doctora?- preguntó el detective.
-No mucho, casi nada, pero es mejor que descanse, ha sido un día difícil para ella- respondí.
William y el detective voltearon a verla.
-¿Qué le habrán hecho para que este así?- pregunté.
-No lo sabemos pero esa chica debe irse a la casa de alguno de nosotros, no podemos llevarla a su casa, podrían regresar- dijo el detective.
-Bien, la llevaremos a mi casa- dije.
-Pero no vamos a caber- dijo William.
-Se quedará en mi cuarto y yo en la sala, además solo me acepta a mí- dije.
-Tiene razón la doctora, llévensela y mañana tráiganla- dijo el detective.
Desperté a la joven, le dije que iríamos a mi casa, se levantó y caminó junto a nosotros hacia el auto.
Llegamos a la casa y entramos, la joven se quedó parada junto al sillón.
-Por cierto, ¿cómo te llamas?- le preguntó William.
-Aida- respondió.
Caminé hacia ella.
-Aida, ven, te quedarás en mi cuarto y yo en la sala- le dije.
-No, quédate conmigo en tu cuarto, no importa si duermo en el piso- dijo.
La miré.
-Bueno, pero yo me quedaré en el piso entonces.
-Sí- sonrió.
Amaneció, al despertarme voltee hacia la cama y no vi a Aida, entonces me levanté y salí de mi habitación; la encontré en la sala sentada en un sillón con la misma ropa sucia.
-Aida, ponte la ropa que te di- dije.
Aida me vio con una mirada temerosa.
-Por favor- dije.
Aida se levantó y fue hacia mi habitación a cambiarse, William salió de la suya aún en pijama.
-Buenos días- dijo- ¿dónde está Aida?
-Fue a cambiarse- respondí.
William fue hacia el refrigerador, en ese momento Aida salió de la habitación y camino hacia mí, se detuvo junto a mí.
-Muy bien- dije.
William volteó, Aida al verlo en pijama se volteó.
-Buenos días Aida, ¿qué tal dormiste?- preguntó William.
-B-bien- respondió temerosa.
William notó que se sentía incómoda así que fue a bañarse y arreglarse; Aida fue hacia la sala y se volvió a sentar, yo la seguí.
-¿Cómo te sientes?- le pregunté.
-Bien, muchas gracias- respondió.
-Bueno, me iré a bañar y a arreglarme para irnos- dije.
-Iré con usted, ¿puedo?
La miré y le sonreí.
-Claro.
Me metí a bañar y Aida se quedó sentada en la cama, después de unos minutos salí, ya estaba vestida, solo tomé mis cosas y ambas salimos. William estaba en la sala acomodándose la corbata, cuando terminó se puso el saco.
-¿Listas? Vámonos- dijo.
Salimos de la casa y fuimos hacia el auto, William me contaba de su inconformidad con el nuevo jefe, yo solo lo oía y veía por el espejo a Aida.
Llegamos al trabajo, fuimos directamente a la oficina del detective.
-Buenos días jefe- dijo William.
-Doctora Lyla, ¿podría dejarnos a solas al detective y a mí?- dijo.
-Claro- respondí.
Aida y yo salimos de la oficina y la secretaria del detective nos ofreció que nos sentáramos en una banca.
-Entonces Aida, ¿quieres hablar de lo que pasó ayer?- le pregunté.
Aida me miró, su mirada era miedosa y su semblante triste.
-Él me dijo que si hablaba me mataría- se detuvo- me dejó viva porque dijo que me quería demasiado.
-Él no te hará daño, ahora estas con nosotros y no lo permitiremos, dime ¿qué fue lo que pasó?
Aida se quedó pensando, sus pensamientos eran profundos y dudaba, al fin comenzó a hablar.
-Cuando comenzaron a violar a mi mamá el que me sostenía- su voz bajo de volumen y sus ojos se llenaron de lágrimas- él- comenzó a respirar agitadamente.
-Tranquila, lo que haya pasado lo arreglaremos, te lo juro- dije.
-No pueden, eso no se puede arreglar- dijo- él tomó una parte de mí- comenzó a llorar y se acercó más a mí- él me violó.
La miré sorprendida, Aida lloraba y volteó hacia mí.
-No se lo diga a nadie, por favor- dijo.
-Tengo que decirlo, te tienen que hacer unos estudios y- me interrumpió.
-Por favor, no lo hagas, él me matará.
-No lo hará, nosotros te protegeremos, te doy mi palabra.
Aida me miró a los ojos y se tranquilizó poco a poco, en ese momento William y el detective salieron de la oficina y fueron hacia nosotros.
-Comenzaremos con la investigación de tu caso- dijo el detective- pero necesitamos que nos digas todo lo que sepas y que hables con la verdad.
Aida lo volteó a ver.
-Sí, lo haré- dijo.
Pasamos a la oficina, Aida no quería que me alejara de ella.
-Aida, ¿tus papás cómo vivían?- le preguntó el detective.
-Mi papá era ingeniero nuclear y mi mamá era diseñadora de modas, ambos trabajaban, tenían amigos en la colonia, eran muy sociables- respondió.
-Bien, según lo que tenemos tu papá trabajaba para el gobierno, era el encargado de la creación de armas y máquinas para los soldados- dijo el detective- ¿lo sabías?
-No, nunca me lo dijo.
El detective revisó los papeles y hubo un silencio por un largo tiempo, hasta que por fin el detective volvió a hablar.
-Ahora sabemos por qué mataron a tus padres- sonrió- pero necesitamos que recuerdes, ¿pudiste verle la cara a alguno de ellos?
-No, la llevaban cubierta, solo vi los ojos de los dos que- se detuvo- solo vi sus ojos.
El detective la miró fijamente.
-Aida dijimos que nos dirías todo y que nada sería mentira así que por favor dime, ¿qué hicieron?
Aida bajo la cabeza y habló con una voz delgada y muy queda.
-Dos de ellos me violaron y me dijeron que me matarían si lo decía.
El detective y William se quedaron viéndola por unos minutos.
-Es todo- dijo el detective.
Aida y yo salimos de la oficina y William iba detrás de nosotros.
-¿Y ahora qué?- preguntó William.
Me quedé pensando y hablé.
-La ropa, Aida ¿dónde la dejaste?- le pregunté.
-En tu habitación, se me olvido sacarlo, perdón.
-No te preocupes- voltee a ver a William- ahí debe de haber rastro de la violación y quizá podamos obtener el ADN de los sujetos- le dije.
-Excelente Lyla, por eso te amo- sonrió William.
Fuimos rápido a la casa por la ropa y cuando la tuvimos se la lleve a Alice para que la analizáramos juntas. Después de un par de horas obtuvimos los resultados.
-Aquí están- dije- ambos están en la base de datos, Frederic Jol y Thomas Brooke, ambos estuvieron en prisión por robo, asaltos- William me interrumpió.
-Gracias, iré a buscarlos- dijo.
Pasó un largo rato, William logró atrapar a los asaltantes de la casa de Aida y los arrestaron. Cuando los llevaron al edificio de la policía para interrogarlos dos de ellos vieron a Aida y sonrieron de una manera lujuriosa, Aida se asustó y me abrazó.
-Déjenlas de ver- dijo William- o hago que les den más años en prisión.
Al fin todo termino, Aida regresó a su casa donde unos familiares la esperaban. 

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