viernes, 29 de marzo de 2013

Un caso de amor.


Capítulo 7- El representante.
Íbamos a un edificio que se encontraba al norte de la ciudad, un cuerpo había aparecido. Llegamos y bajamos del auto.
-¿Qué hay?- preguntó William.
-Un señor, el intendente del edificio salió temprano a sacar la basura y lo encontró- dijo un policía.
Caminé hacia donde estaba el cuerpo, lo voltee y reconocí la cara, William observaba detrás de mí.
-¿Acaso es?- preguntó.
-Lucas Kanon- respondí- sí, oí que había llegado a la ciudad, llévenlo a la morgue.
Transportaron el cuerpo, William y yo fuimos para allá, mi compañero hizo unas llamadas, no le tomé importancia.
Llegamos a la morgue y él se fue a su oficina, yo a mi laboratorio. Matt tenía todo listo, como siempre; comencé la autopsia.
William llegó después.
-¿Qué tienes?
-Murió por una herida en la espalda, atravesó el corazón y así murió.
-Bueno, los editores están aquí, vamos.
Fuimos a la oficina de William, nos esperaban los editores muy impactados.
-Buenas tardes- miró el reloj William- soy el detective Nicholls y ella es mi compañera la doctora Grey.
-Buenas tardes- dijo un señor- entonces, ¿muerto?
-Así es, ¿señor?
-Conrad, soy el editor del señor Kanon, ella es la editora, la señorita Holly y el representante, el señor Jones- dijo.
-Bueno, sí el señor Kanon está muerto, lo encontró el intendente de un edificio hoy por la mañana- dijo William.
-Ayer quedamos para cenar pero nunca llegó, pensamos que se quedó dormido o algo pero hoy en la mañana fuimos a su habitación y no estaba, lo buscamos y bueno, ustedes nos llamaron- dijo.
-¿Qué hacía aquí el señor Kanon?- preguntó William.
-Está de gira, por todo el mundo, ayer nos tocó aquí y mañana en Francia- respondió.
-Bueno, investigaremos el caso, si pueden avisarles a sus familiares que vengan lo antes posible para reconocer el cadáver- dijo William.
Se levantaron de sus asientos y se fueron, William se quedó pensativo.
-Era un gran escritor- dijo- doctora misterio vamos al hotel en el que están hospedados.
Se levantó y salió de la oficina, lo seguí sin decir una palabra.
Llegamos al hotel, entramos a una sala amplia, el piso era de mármol, las paredes brillaban, habían cuadros, unos sillones amplios con una mesa de centro, fuimos directo a la recepción.
-Hola, ¿cómo se encuentran?, ¿habitación doble?- preguntó la recepcionista.
-Soy el detective Nicholls y ella es mi compañera la doctora Grey, estamos investigando un homicidio, ¿podría cooperar?- dijo William.
-Claro, ¿qué necesitan?- dijo.
-El escritor Lucas Kanon se está hospedando aquí, ¿cierto?
-Sí, hoy se irían pero volvieron a pagar otra noche.
-Bueno es que el señor Kanon murió, lo asesinaron.
-Entiendo.
-¿De casualidad usted vio algo ayer?
-Ellos se registraron conmigo pero a las 5 comienza otro turno y no supe nada de ellos.
-¿Podemos hablar con la recepcionista que estuvo a esa hora?
-Sí, les escribiré su dirección, permítanme.
La joven se fue y buscó, escribió en un papel pequeño.
-Aquí tienen- dijo.
-Gracias- dijo William.
Salimos y fuimos directo a la dirección de la otra recepcionista. Vivía en un edificio, subimos a su departamento, tocamos la puerta y abrió.
-¿Sí?- preguntó.
-Hola, soy el detective Nicholls y ella es mi compañera la doctora Grey, ¿podemos hacerle unas preguntas?
-Claro, pasen.
Pasamos y nos sentamos en la sala.
-Muy bien, señorita, ayer ¿qué pasó con el señor Kanon?- preguntó William.
-¿El escritor? Pidieron un auto que llego por ellos a las 6:30, irían a la firma de autógrafos.
-¿Y después qué pasó?
-Llegaron todos juntos como a las 8:30, a las 9:30 llegó un auto y se fueron dos de ellos, después tuve que ir a reparar unas cosas pero cuando regresé ya no vi que nadie de ellos saliera.
-El señor Kanon está muerto, necesitamos encontrar a su asesino, ¿recuerdas alguna otra cosa?
La joven pensó por un momento largo, por fin habló.
-Regresaron como a las 11:30, solo vi a los señores que primero se fueron y a un joven, el señor Kanon no iba con ellos.
William y yo nos volteamos a ver.
-Bueno- volteó a ver a la joven- muchas gracias, si recuerdas algo que no nos hayas dicho por favor avísanos.
Nos acompañó a la puerta y nos fuimos. Regresamos a la morgue, William entró conmigo al laboratorio.
-¿Ahora qué?- pregunté.
-No lo sé, el señor Kanon no fue a la cena y no sabemos si se quedó en el hotel, en esas horas fue cuando lo mataron porque ya nadie lo vio.
Examiné mejor el cuerpo, encontré rastros de metal en la herida, no eran de un cuchillo o de una navaja.
-Metal, eso fue lo que atravesó su pecho, no fue un cuchillo o una navaja, era un metal filoso, como el tubo roto de unas escaleras- dije.
-Hay muchas escaleras de ese material- dijo William.
Observé por completo el cuerpo.
-No tiene marcas o golpes, no se defendió o se resistió, conocía a su asesino.
-Entonces tenemos que saber que miembro de su equipo fue, los editores estaban en el restaurante, las demás personas también, excepto- volteó a verme, yo lo miré también.
-El representante- dijimos.
Salimos rápido hacia el hotel, la recepcionista de la tarde-noche estaba en su lugar.
-Hola- dijo William al acercarse.
-Detectives, los reconocí- dijo.
-¿Nos podría mostrar las escaleras del hotel?
-Sí, claro, acompáñenme.
La seguimos, nos llevó a una puerta que abrió con facilidad, no tenía seguro ni nada puesto, estaba en la parte trasera del hotel, entramos y subimos, llevaba una lámpara especial que ilumina la sangre que aparentemente está limpia.
-¿Qué hace?- preguntó la joven.
-No lo sé, ella es la lista aquí no yo- rio William.
Subimos cuidadosamente las escaleras hasta llegar a una parte donde un tubo estaba suelto, iluminé la punta y ahí estaba, la marca de sangre.
-Aquí fue donde cayó, está la sangre- dije.
-Bien, vamos a hablar con el representante- dijo William.
La joven nos dijo el número de habitación del señor Jones, tocamos la puerta y abrió, al vernos se sorprendió y nos dejó pasar.
-Detective, doctora, ¿qué les trae aquí? Pensé que todo se lo avisarían al señor Conrad- dijo.
-Estamos haciendo un interrogatorio individual- dijo William.
-Bueno, entonces díganme.                                                           
-Los editores se fueron al restaurante, usted no se fue con ellos, ¿con quién se fue?
El rostro del joven cambio enseguida, comenzó a mover sus piernas y a tocarse sus manos, estaba nervioso.
-Solo, me tardé en arreglar- rio.
-Ah, ¿vio al señor Kanon?
-No, no lo vi- sus piernas y manos comenzaron a moverse más rápido.
-¿Se siente bien?- pregunté.
-Sí, es que- se detuvo- no me he sentido bien últimamente.
-Entonces no vio al señor Kanon- dijo William.
-No, para nada.
-¿A qué hora llegó a la cena?
-Como a las 10:30
-¿Por qué tan tarde?
-Le digo que me tardé arreglando, tomé un taxi pero tardaban mucho- comenzó a titubear.
-¿Nos dice la verdad o es un invento?- pregunté.
-Es que- se detuvo- es que.
-¿Qué pasa señor Jones?- preguntó William.
-Quiero un abogado- dijo.
Lo llevamos a la sala de interrogación, los editores nos acompañaron y vieron por el vidrio junto conmigo.
-Aquí está su abogado, ahora respóndame, ¿qué pasó señor Jones, por qué demoró tanto?- preguntó William.
-Me tardé en arreglar ya lo dije.
-Usted sigue estando nervioso, responda con la verdad.
Soltó un llanto de dolor, llevó sus manos a su cara y lloró y gritó.
-No quise hacerlo, era un hombre sorprendente, estudio letras y le había contado a él pero me dijo que no sería un buen escritor, que no tenía talento, en todo lo que llevábamos en la gira se la paso diciéndome eso, no lo soporté, así que lo llevé a las escaleras, lo amenacé y lo empuje y se le enterró ese fierro- lloró más fuerte- no quería hacerlo pero ya lo había hecho, lo quité y salí por la salida de emergencia, lo llevé a ese edificio, estaba solo y ahí lo deje, pero no quería hacerlo, de verdad.
-Bien, lo procesaremos a la cárcel- dijo William.
Salió de la sala, los editores voltearon a verlo.
-No sabíamos nada de eso, entre Kanon y Jones había mucha privacidad, siempre estaban juntos, nunca me imaginé- suspiró el señor Conrad.
-No se preocupe, le hicimos justicia a su amigo- dijo William.
Nos fuimos a nuestra casa, la familia reconoció el cuerpo y se los dimos, al llegar nuestra vecina, la señora Morrison, salió de su departamento, abrí la puerta y se acercó a mí.
-Lyla, tengo que decirte algo- dijo.
William entró y yo salí.
-Hace dos meses aproximadamente, llegué del mercado y habían dos hombres afuera de tu casa, la observaban solo eso, pero, hace unas semanas, después de eso, escuché que alguien estaba afuera de tu casa, vi por la puerta y estaba metiendo un sobre- dijo.
-¿Y qué pasa con eso?
-Hoy en la tarde, salí a regar las plantas y vi a dos hombres, igual que los otros, intentaban entrar pero me vieron y se fueron rápido.
Me quedé pensando.
-Debe de ser tu trabajo, tratas con asesinos, ten cuidado Lyla- dijo.
-No se preocupe, tendré cuidado.
Entré a mi casa, William estaba en su habitación, me fui directo a la mía y me encerré.

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