jueves, 18 de abril de 2013

Un caso de amor.


Capítulo 29- Una hermosa mujer.
15 de febrero: se encontró un cuerpo en la habitación de un hotel en el centro de la ciudad, con este es el tercer cuerpo que se encuentra.
-Tres cuerpos, el mismo hotel y todas las víctimas son hombres- dijo el detective Cassells.
-No quiero saber que estaban haciendo- dijo William.
-Yo sí, así podríamos saber que les sucedió- dijo el detective.
Me había ausentado del trabajo, pero no porque quisiera, había tenido un accidente en casa y estaba en el hospital.
-Llevémosle las fotografías a Lyla, aunque esté en el hospital sabrá que les ocurrió a estos hombres- dijo William.
-No quiero alterar a la doctora, además, recuerda que dijo su médico que tenía que estar en total reposo- dijo el detective.
William suspiró profundamente.
-Nos hace falta y mucha- dijo.
Desperté en la cama del hospital, sentía una fuerte presión en la cabeza y en mi brazo izquierdo; me levanté como pude y voltee hacia la derecha y Alice estaba sentada viendo la tele.
-¿Alice?- le pregunté.
Volteo de inmediato y se acercó a mí.
-Doctora Grey, me alegro que esté despierta- dijo.
-¿Cómo fue que llegue aquí?
-William dijo que intentó cambiar el foco de su habitación pero se cayó.
-Cierto, cierto.
El médico entró a la habitación.
-Buenos días doctora Grey, yo soy el doctor Harris y estaré a su cuidado- dijo.
-¿Qué me sucedió?- le pregunté.
-Un fuerte golpe en la cabeza pero nada grave, se fracturó la muñeca y quedó inconsciente, por el golpe- respondió.
‘’La tercera muerte en dos semanas, otro hombre que estaba en un hotel, la policía aún no puede responder las causas de las muertes de estos hombres. A continuación el detective Greg Cassells, encargado de servicios especiales.
-Aún no sabemos con precisión qué mató a estos hombres pero estamos trabajando en eso’’.
Alice sonrió, el médico miraba fijamente la televisión.
-Estoy seguro que aún no saben cómo murieron porque usted está aquí- rio.
-Yo también lo creo- dijo Alice.
Ambos rieron.
-Bueno doctora Grey, si necesita algo hágamelo saber, con permiso- se fue el médico.
Alice se sentó junto a mí.
-William y el detective la necesitan- dijo.
-Sí, y no sé por qué no me han venido a buscar- dije.
Alice sonrió.
En la televisión seguían pasando la conferencia de prensa donde William y el detective aparecían, en ese momento ambos aparecieron en la puerta de la habitación y entraron.
-Oh por dios- dijo William al ver la televisión- ¿no se cansan de repetir eso?
-Doctora Lyla, necesitamos que nos ayude, llame a la escuela de medicina pero nadie puede venir y ayudarnos- dijo el detective.
-¿Me harán ir a la morgue?- le pregunté.
-No, no, le traeremos fotografías, estudios, radiografías, lo que usted necesite- respondió.
Los miré a ambos fijamente, los dos estaban preocupados y cuando noté que no podían más sonreí.
-Alice, examina los cuerpos- dije.
-¿Cómo? Pero aún estoy estudiando y no sé muy bien cómo- dijo.
-Saca radiografías, has los estudios que siempre haces y tráemelo, no olvides las fotografías- dije.
-Bien, bien, pero ¿Quién se quedará a su cuidado?- preguntó.
-El detective Nicholls y yo, nosotros no sabemos nada de eso- dijo el detective.
-Cierto- sonrió Alice- iré rápido.
Alice se fue, el detective Cassells se sentó en un sillón y comenzó a leer el periódico, William cambiaba de canal, no quería ver la conferencia de prensa.
-¿Por qué en todos los canales está eso? ¿Quieren ponernos en ridículo?- preguntó.
-Creen que somos perfectos- dijo el detective.
William apagó la televisión y se sentó junto a mí.
-¿Cómo estás?- preguntó.
-Bien, aunque mi brazo está envuelto en yeso y tengo vendada la cabeza- respondí.
William rio.
-Me preocupé mucho cuando quedaste inconsciente- dijo.
-Pero estoy bien- dije- aún tengo cosas que hacer, cosas que terminar.
William me miró dulcemente, yo le sonreí, me tomó de la mano y la besó.
-Y yo te ayudaré- dijo.
Ambos sonreímos.
Pasaron algunas horas, me llevaron la comida, me dieron la medicina; el detective Cassells estaba recostado en el sillón, William jugaba en su celular. Por fin Alice regresó.
-Aquí está todo lo que me pidió doctora- dijo.
-Tráelo, necesito verlo- dije.
Se sentó junto a mí y me puso los papeles en las piernas, abrí los sobres y los observé, el primero tenía las fotografías, el segundo los estudios y el tercero las radiografías. En la fotografías pude notar que los 3 cuerpos tenían restos de lápiz labial alrededor de su boca; en las radiografías no noté algo fuera de lo común pero en los estudios decía que habían sido envenenados, el veneno hizo que les diera un paro cardiaco.
-Lo tengo- dije.
El detective y William se pararon enseguida y se acercaron a la cama.
-¿La causa de la muerte?- preguntó William.
-Sí, y más- respondí.
El detective volteó a ver a William, William hizo lo mismo y ambos sonrieron.
-Los envenenaron, el veneno era tan fuerte que les paró el corazón, de eso murieron- dije.
-Pero- dijo el detective- las de la limpieza los encontraron.
-Ellos no estaban solos, y por lo que veo estuvieron con una mujer; también tienen una alta cantidad de alcohol- dije.
-No había botellas de alcohol en las habitaciones- dijo el detective.
-Entonces vayan a un bar, uno que esté cerca del hotel, estoy segura que no fueron lejos, es más, el auto de la última víctima debe de seguir en el estacionamiento del bar- dije.
-Bien, entonces iremos- dijo el detective.
Ambos se fueron, investigaron si había un bar cerca del hotel y lo encontraron, se dirigieron ahí. Llegaron, entraron y fueron directamente con el cantinero.
-Buenas tardes, somos de la policía, queremos hablar con su jefe- dijo el detective.
-Claro, yo soy el jefe y dueño de este local- dijo, era un hombre de baja estatura y de avanzada edad.
-¿Conoce a estos 3 hombres?- le mostró las fotografías.
-¿Son los de las noticias? Sí, los conozco, yo mismo los atendí- dijo.
-Cuéntenos, ¿qué pasó?
-Llegaron, pidieron, conversaron conmigo, hombres muy agradables, uno era casado y los otros solteros y tenían dinero.
-¿Se lo contaron a usted?
-Sí, sí, estaban muy borrachos, ya ni se les entendía que era lo que decían, después se fueron.
-Bien, si sabe algo por favor avísenos, con permiso.
Ambos caminaron hacia la puerta y se fueron. Llegaron al edificio de la policía y fueron a sus oficinas. Cayó la noche.
-Detective Cassells- dijo la secretaria- lo busca un cantinero.
-Pásalo- dijo.
Entró aquel cantinero, se sentó enfrente del detective y comenzó a hablar.
-Detective, estuve recordando estas horas y tengo algo- dijo.
-Dígamelo.
-Antes de que se fueran, los 3, llegó una mujer, recuerdo que era la misma mujer, solo que con distinto vestido, estuvo un largo rato con ellos hasta que se fueron.
-¿Cómo era la mujer?
-Hermosa- rio- de cabello negro y lacio, delgada, de piel blanca y ojos- pensó- verdes, era la mujer más hermosa que había visto.
-¿Recuerda si dijo su nombre?
-Oh sí, Celeste, así se presentó.
-¿Algún apellido?
-No, solo Celeste.
-Muchas gracias por su ayuda.
El cantinero se fue y el detective fue a la oficina de William.
-Detective Nicholls tome su abrigo- dijo.
-¿Por qué?
-El cantinero vino a hablar conmigo, dice que una mujer se les acercó a las víctimas y se fueron con ella.
William se levantó y tomó su abrigo.
-Entonces Lyla tenía razón- sonrió.
-Sí.
Ambos fueron rápido al centro de la ciudad, buscaron en todas las calles: cerca del hotel, del bar, pero no encontraron nada. Llegaron a una calle donde habían mujeres de la calle, se acercaron a ellas.
-Buenas noches, ¿podríamos hacerles unas preguntas?- dijo el detective.
-Policías, no sean tímidos, sabemos a qué se refieren- dijo una- me llamo Luna.
-Luna, lindo nombre- dijo William.
-¿Tú cómo te llamas, guapo?- le preguntó.
-William- respondió.
-¿Alguna de ustedes conoce a Celeste?- preguntó el detective.
Las mujeres se miraron entre sí, entonces Luna se adelantó y tomó de los brazos a los detectives y se los llevó a otro lado.
-Yo la conozco- dijo- la corrieron por ladrona, le robaba a los clientes.
-¿Ahora dónde trabaja?- preguntó el detective.
-En ningún lado, solo roba y mata.
-¿Mata? ¿A quién ha matado?
-Desde que inició es una asesina, su primer cliente era un señor adinerado pero nada atractivo, era viejo, casado, abuso de ella y después volvió a tener un cliente así, le cumplió todo lo que el señor quiso pero después lo mato. Varios años después descubrimos que robaba y que ella había matado a ese señor y la despidieron; la otra vez la vi y me dijo que ahora sí se vengaría.
-¿Dónde vive?
-No tiene casa, se la pasa de hotel en hotel, con hombres, todas las noches.
-¿Dónde podríamos encontrarla?
-En el bar, ahí siempre está.
-Gracias.
Ambos se dirigieron al bar, entraron y la buscaron, pero no veían a nadie. Después de un rato vieron que una mujer, parecida a la de la descripción del cantinero entró al bar y fue a sentarse, entonces William y el detective se acercaron a ella.
-Buenas noches- dijo el detective.
-Buenas noches, guapo, ¿qué se te ofrece?
-¿Qué tal si vienes conmigo y mi amigo?
Volteó a ver a William.
-Claro que sí- se levantó.
Salieron del bar y se subieron al auto.
-¿Qué hacían dos hombres tan guapos como ustedes en ese bar? Ahí van puros viejos lujuriosos- dijo.
-Queríamos probar algo nuevo- dijo William.
-No me han dicho sus nombres, díganmelos.
Llegaron al edificio de la policía.
-Llegamos- dijo el detective.
La bajaron y la llevaron a la sala de interrogatorios.
-Ya decía que era muy extraño que gente como ustedes estuviera ahí- dijo.
-Sí, bueno, ¿conoces a estos hombres?- William le mostró las fotografías.
Ella sonrió.
-Esos vejestorios, esperando a que una mujer como yo se fijara en ellos, pobres- rio.
-¿Qué pasó?- preguntó el detective.
-Nada, bueno, uno de ellos no se quedó dormido y tuve que cumplirle, dios que asco- rio.
-¿Dormidos?- preguntó el detective.
-Sí, ya me atraparon así que tendré que decir la verdad- sonrió- espero que podamos vernos mientras estoy en prisión.
-Seguro, ahora dinos, ¿qué pasó?- insistió el detective.
-Los invite al hotel, les di una copa con veneno y listo, excepto uno, ese no se quedó dormido hasta unos minutos después, se murieron- soltó una carcajada- se lo merecían.
-No, ninguno lo merecía- dijo el detective.
William y el detective se levantaron y dieron la orden de que la procesaran.
Regresaron al hospital, ya eran cerca de las 12, Alice estaba dormida; el detective se recostó junto a ella y William se sentó junto a mí.
-Listo, tenías razón, estaban con una mujer- dijo.
-Era obvio- dije.
-Todo se acabó, ahora los hombres podrán beber a gusto en el bar- rio.
-Me alegro- sonreí.
William me miró fijamente a los ojos y volteó a ver al detective y a Alice.
-Mira, realmente hacen una bonita pareja- dijo.
-Sí- suspiré.
-¿Crees que nosotros hagamos una bonita pareja?- preguntó, temeroso.
Voltee a verlo, acaricie su mejilla y le sonreí.
-Yo creo que somos la pareja perfecta- dije.
William sonrió.


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