Capítulo 17- El admirador secreto.
-Buenos días doctora Grey- dijo Anne al entrar al
laboratorio.
La voltee a ver unos segundos y volví a prestar atención a
lo que hacía.
-Me gustaría hablar claro con usted, sé que no le agrado y
me gustaría saber por qué- suspiró.
Me levanté de la silla y me acerqué a ella y la miré
fijamente a los ojos.
-No hay razón para que no me agrades- dije.
-Entonces ¿por qué no me habla o?- la interrumpí.
-¿Hablarte? Lo haré cuando sea necesario, aquí venimos a
trabajar no a hacer amigos- dije.
Anne bajó la cabeza, mi celular sonó y lo tomé.
-¿Hola?- contesté.
-Doctora Grey le habla
el director de la universidad, ¿podría venir de inmediato?
-Claro que sí, voy para allá- colgué.
Charles y Stephanie entraron al laboratorio.
-Doctora Grey le llegó un regalo- dijo Stephanie.
-Si es un cadáver déjalo donde siempre, tengo que irme-
dije.
-¿A dónde vas?- preguntó Charles.
-A la universidad- respondí.
-Bien entonces te llevo- dijo Charles.
-No- voltee a ver a Anne- mejor quédate, te gusta más estar
aquí.
Stephanie se acercó con un ramo de flores.
-Este es su regalo- dijo.
-Déjalo en mi laboratorio- dije.
Salí rápido y caminé hacia la universidad, que en realidad,
no estaba muy lejos. Sentí que alguien me seguía, me observaba, se mantenía
alejado pero me seguía el paso lo más rápido posible, no hice caso y continué
hasta llegar a la universidad.
-Doctora Grey la estábamos esperando- dijo el director.
-Vine lo más rápido que pude- dije.
-Doctora siéntese por favor.
Tomé asiento.
-Usted es una mujer con una capacidad mental extraordinaria,
hemos estado buscando a alguien como usted pero simplemente no lo hay- dijo.
-Le agradezco que diga eso- dije.
-No tiene por qué, es la verdad y precisamente por eso es
que le llamé- se detuvo y saco unos papeles- queremos que usted sea la nueva directora
de la escuela de medicina de Oxford.
Lo miré fijamente, asombrada y sin nada que decir.
-Puede tomarse su tiempo, la verdad es que la queremos a
usted, a nadie más- sonrió.
-Sabe que tengo un trabajo- dije.
-Sí, y no lo dejará, es más, hasta puede hacer las
investigaciones dentro de la escuela, no habrá problema- dijo.
Pensé un momento, miraba hacia los lados buscando respuesta,
pero no la encontraba.
-Lo pensaré bien y les avisaré- dije al fin.
-Tómese el tiempo necesario, nosotros no contrataremos a
nadie que no sea usted- sonrió.
Me levanté y me di la vuelta, caminé algunos pasos y voltee
a ver al director.
-Gracias por considerarme- sonreí.
Me di la vuelta y continué mi camino hacia la salida. Caminé
despacio hacia la morgue, pensando, meditando, buscando respuesta en el cielo y
en el suelo también, ese puesto siempre fue mi sueño pero sabía que no podía
apartarme de Stephanie o del jefe o de, Charles, el verdadero amor de mi vida,
y ahora él está interesado en Anne, no sé, no quería perderlo.
Llegué a la morgue y Stephanie rápido se acercó a mí.
-Doctora Grey el detective Croft me dijo que le dijera que
fuera a su oficina en cuanto llegara- dijo.
-Gracias Stephanie- dije.
Fui hacia la oficina de Charles, él estaba sentado con los
pies arriba de su escritorio.
-Llegó al hospital general un hombre con un intenso dolor de
estómago, iba con otro hombre que tenía los mismos síntomas pero él murió-
dijo.
-¿Y?- pregunté.
-Quieren que tú revises el cadáver, el hombre asegura que
fue homicidio, los envenenaron.
-Entonces vamos- salí de la oficina.
Charles salió rápido detrás de mí y me tomó del brazo y me
jalo hacia él.
-No puedo seguir así contigo- dijo.
Le tomé la mano con la que me sujetaba y se la quité y
continué caminando.
Habíamos llegado al hospital, me llevaron a donde estaba el
cuerpo y pedí que me dejaran sola. Revisé los estudios que le habían hecho, el
estómago estaba totalmente irritado, si no es que estaba completamente quemado,
el esófago estaba igual. Tomé un bisturí y abrí el cuerpo; estaba tal y como
pensaba, el esófago quemado y el estómago también; me acerqué a oler y era
ácido. Salí.
-Le dieron ácido, lo mató enseguida, necesito los estudios
del señor que aún vive, aunque no puede ser ácido- dije.
-El señor dijo que les dieron lo mismo, a ambos- dijo uno de
los doctores.
-Entonces ese señor tiene un estómago de acero, si les
hubieran dado lo mismo él también estaría muerto- dije.
El doctor y un enfermero se fueron por los estudios, Charles
se quedó observándome y habló.
-¿Quién te mando esas flores?- preguntó.
-No lo sé, aún no he leído la tarjeta- respondí.
-O sea que puede ser cualquiera, tienes muchos
pretendientes- dijo.
Voltee a verlo.
-No tengo pretendientes, en ese caso las flores no eran para
mí, sino para Anne- dije.
Charles se acercó a mí y comenzó a reír.
-En eso tienes razón, pero no creo que algún hombre se
equivoque al dar el nombre de la mujer que le gusta, ¿no crees?
El doctor y el enfermero llegaron con los estudios.
-Aquí están- dijo el doctor.
Los tomé y los leí, el estómago estaba irritado
y el esófago también, me quedé pensando, ¿ppor qué ese hombre aún no había muerto?
-Aquí dice que, en efecto, tomaron lo mismo, traten al
paciente con un antiácido y háganle un drenado al estómago antes de que el
ácido queme todos sus órganos- dije.
-Bien, muchas gracias doctora, le avisaremos si algo pasa-
dijo el doctor.
Ambos se fueron y Charles continuó viéndome de una manera
extraña.
-Anne me invitó a salir- dijo.
-¿A dónde irán?- pregunté.
-A un bar- respondió.
-Que bien, me alegro por ustedes y espero que se la pasen
bien- lo miré fijamente- que tengas suerte.
Me di la vuelta y caminé hacia la salida, Charles se quedó
ahí parado, viéndome como me alejaba, sentí una necesidad de regresar con él
pero, ¿para qué? Tiene una cita, está claro que yo ya no le importo más.
Llegué a la morgue y fui directo a mi laboratorio, las
flores estaban en una botella con agua y la tarjeta al lado, la tomé y comencé
a leerla.
‘’Espero que le sean
de su agrado y que sirvan de un hermoso adorno. Con amor, su admirador
secreto’’.
Dejé la tarjeta y salí a preguntarle a Stephanie acerca de
las flores.
-¿Quién trajo las flores?- le pregunté.
-El cartero- respondió.
-Y, ¿dijo que eran para mí o entendiste mal?
-Yo nunca entiendo mal, él dijo que eran para la doctora
Lyla Grey.
-Gracias Stephanie.
Regresé a mi laboratorio, me senté y comencé a ver algunas
cosas.
Ya era de noche, Stephanie se fue a despedir.
-Hasta mañana doctora Grey- dijo.
-Espera, me voy contigo- dije.
-Claro, aquí la espero.
Me levanté y tomé mis cosas, había decidido dejar las flores
ahí, salimos del laboratorio y luego de la morgue. Comenzamos a caminar hacia
la avenida y sentí de nuevo la presencia de que alguien nos seguía, no hice
caso y continué conversando con Stephanie. Ella se fue a un lado y yo hacia
otro; la presencia de alguien me seguía persiguiendo, así fue hasta llegar a
una calle, voltee rápidamente pero no vi a nadie, continué mi paso. Un par de
calles antes de llegar a mi casa volví a sentir la presencia, sin hacer ninguna
seña voltee rápidamente y pude ver una silueta de un hombre que estaba parado,
mirándome, se acercó lentamente hasta estar a un paso de mí, acercó su rostro,
traía una capucha encima de la cabeza, solo pude ver la mitad de su rostro.
-¿Le llegó mi regalo, doctora?- preguntó.
-¿Las flores? Sí, muchas gracias- respondí, nerviosa.
-¿Le gustaron?- preguntó mientras se acercaba lentamente un
poco más a mí.
-Nunca me habían me regalado flores, no sabía lo que se
sentía- respondí mientras desviaba la mirada.
Llevó su mano derecha a mi mejilla y la acarició, yo bajé la
cabeza pero él la levantó y me hizo voltear a verlo.
-Me llamo Richard, yo soy su admirador secreto- sonrió.
Lo miré fijamente con miedo, mi cuerpo temblaba y un frío
invernal recorrió mis extremidades; él no separó su mano de mi mejilla.
-No tiene por qué tenerme miedo, no le haré nada, solo
quería oír su voz- dijo.
-Bueno, ya la oyó, tengo que irme- me interrumpió.
-¿Es por el detective?- preguntó, impaciente.
-¿Qué tiene que ver él?- pregunté.
Suspiró.
-Espero verla de nuevo, hasta luego- llevó su mano hasta mi
barbilla y la acercó a él haciendo que nuestros labios se juntaran, me dio un
beso suave y después se fue.
Me quedé viendo hacia delante, buscándolo entre la
obscuridad; llevé mis dedos a mi boca y la acaricié; mis manos seguían frías y
el miedo aún estaba allí.
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